El cohete lunar soviético N-1 en acción





Vía: Ciudad Futura.



 Poco a poco hemos logrado reconstruir la formidable historia del secreto programa lunar tripulado de la Unión Soviética. Trabajos como los de Anatoly Zak, las memorias de Boris Chertok o los estudios de la Yuriesfera nos han demostrado el alcance del desafío asumido así como también los detalles que durante la Guerra Fría quedaron lejos de nuestro alcance. Por primera vez desde el inicio de la Conquista Espacial la Unión Soviética respondía a un desafío de los Estados Unidos y perdía la iniciativa en materia de logros espaciales.

 El núcleo del programa lunar tripulado de la URSS fue el formidable lanzador N-1 que poseía las características necesarias para enviar a dos cosmonautas a la órbita lunar, posar a uno de ellos en su superficie y devolverlos a Tierra en forma segura. El conocimiento del N-1 estuvo basado en imágenes de mala calidad proporcionadas por los satélites militares de los EUA y en información fragmentaria obtenida con el paso del tiempo. Las instancias preparatorias del vuelo conjunto Soyuz-Apolo permitió conocer en forma indirecta las dimensiones del programa que en ese entonces había sido ya enterrado por los soviéticos. 

 Hoy día conocemos las características del N-1 al detalle:



Detalle del N-1 a partir de la cuarta etapa en la que se aprecia la configuración de vuelo de la Soyuz LOK y la nave lunar de descenso LK. La infografía es parte de Luna Roja. Ampliar imagen.

 Sin embargo, carecíamos de imágenes dinámicas o representaciones técnicas del N-1 en vuelo. Los cuatro lanzamientos realizados resultaron en fracasos a pocos segundos de iniciado el despegue. Las filmaciones conservadas apenas muestran la primer etapa, formada por 30 de los motores más potentes y sofisticados jamás diseñados. Desde el punto de vista global de su compleja misión, el N-1 apenas había logrado levantar vuelo. 
 El video elaborado por Nick Stevens pone en perspectiva la Carrera Espacial y muestra representaciones del N-1 muy detalladas, entre ellas pinceladas de las diferentes etapas del vuelo. La reconstrucción apenas llega a la nunca lograda meta: el alunizaje de la nave LK y el izado de la bandera soviética sobre la superfice lunar. El trabajo es realmente formidable, y merece ser continuado, ya que el procedimiento de retorno a Tierra es por cierto tan complejo como el de arribo a la Luna.






 La pieza de Stevens es parte de un estudio que sin dudas debe ser integrado para la reconstrucción de este increíble proyecto espacial que jamás logró su objetivo.


 Algunas lecturas imprescindibles para aprender más sobre el N-1:

 Luna Roja, en Ciudad Futura 
 




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